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società
E l
bunker - El Oservatorio
sulla ndrangheta
di asael arroyo
La
creación de un bunker es la construcción de un espacio físico alterno al de la
vida cuotidiana, esta evasión de la rutina no corresponde, por supuesto, a una
búsqueda de tiempo libre sino a una necesidad de supervivencia. El bunker se
convierte en el último recurso para resguardarse de la amenaza externa a este
recinto, pero ¿cuál es esa amenaza?
Establecer
una guarida para salvaguardarse es un escenario al que el humano, desde sus
inicios, se ha tenido que enfrentar. En el caso de los primeros homínidos la
naturaleza a través de sus múltiples representaciones los confinaba a una
caverna; no obstante la similitud entre un bunker y una caverna es sólo en un
sentido práctico, en un
«para
qué, y no en el trascendente
«por
qué».

La
construcción masiva de búnkeres se da en la I GM (primera Guerra Mundial); a
inicios de la II GM, las
«líneas»
son
una presunta estrategia militar defensiva e imprescindible dentro del conflicto
bélico, los ejemplos más celebres de los búnkeres (o de las líneas de búnkeres)
en este periodo, son el de la línea Maginot (Francia) y el de la línea Sigfrido
(Alemania): barreras subterráneas que teóricamente volverían infranqueables a
dichos países pero que en la práctica se vieron fácilmente penetradas. Posterior
a la II GM, la Guerra Fría y el peligro de una guerra nuclear hacen del bunker
el espacio predilecto para apaciguar la paranoia de una clase política
aterrorizada por una posible catástrofe mundial (o por una revolución civil).
Los acontecimientos históricos que dieron pie al establecimiento del bunker
—la
guerra y la bomba atómica son criaturas humanas—,
indican que la particularidad del bunker
—a
diferencia de la caverna en la que se busca protección ante lo circunstancial:
un rayo, un invierno gélido—,
es el intento de proteger al sujeto de sus propias creaciones, de sus propios
actos, de sí mismo.
El
Osservatorio sulla ndrangheta, lugar en el que en este preciso momento me
encuentro escribiendo, es un bien confiscado a la ndrangheta, es decir,
pertenecía a un criminal ndranghetista. Es una casa (era) amplia, de tres
pisos, jardín a los costados, estacionamiento para tres coches o más, baños con
tina, acabados de lujo, en fin, un lugar al que seguramente la mayoría de los
italianos no tendría problema en llamar hogar; sin antes saber del único espacio
que delata el tipo de vida del previo dueño: el bunker. Al ver este espacio
subterráneo se puede teorizar sobre los razonamientos del dueño: preveía una
tercera guerra mundial, suponía un conflicto con un desenlace distinto al de La
crisis de los mísiles en Cuba (1962) o bien, sabía que su vida dependía de matar
o morir; dado que un bunker no procura la vida sino el impedimento de la muerte,
sutil diferencia. No se puede saber con precisión el porqué detrás de su
decisión, pero sí es evidente que el que es consciente de la fragilidad de su
existencia lo refleja en los eventos del día a día, en los círculos de mayor
intimidad, en la casa que prevé habitar.
El
bunker además de ser un espacio físico es la representación de un estado mental,
el bunker es la consecuencia de un pensamiento perturbador: morir está a la
vuelta de la esquina. El bunker es el último intento de retrasar la muerte, la
última esperanza, pero al mismo tiempo se procura convencer de no haberlo
perdido todo, tener al menos una estancia placentera, se le instala un baño, una
pequeña cocineta y una cama, algunos retratos de la familia e imágenes
religiosas potencializadas con frases indulgentes. En suma, el espacio se adecúa
para resemblar de manera patética a un hogar, para pretender que no se está
literalmente bajo tierra; pero se está, la ausencia de ventanas, el ansia que se
dispara al menor ruido, el olor a humedad, el constante conteo del tiempo que se
lleva ahí abajo disuelven las tentativas de disimular lo indisimulable: sólo los
muertos viven bajo tierra.
(la foto esta en
osservatoriosullandrangheta.org)
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